viernes, 31 de diciembre de 2010


“Pesada lápida sobre mis parpados,
cenizas en mis ojos y el azul antiguo,
el abra del azur y la oración
en lo abierto definitivamente cerrado
de los túneles del insomnio
donde las ratas danzan su ritual de pestes
y exterminio. El viento que antiguamente
me abría al infinito, las manos espejos
de las aguas más claras y profundas,
la piel de aquel que amé en sueños,
todo enterrado bajo la pesada máquina
de la muerte que aún pasea en
las silenciosas calles de la soledad
a las que nos condenó amarnos…”

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