viernes, 22 de marzo de 2019




Y me quedo con el roce de guardarme en el bolsillo los ahoras infinitos y dejo que el momento me desborde, pero solo por esta vez.

Margaritas







Si una lágrima perenne cae rebelde por mi mejilla y se pierde entre los dobleces de mi escote, será que la había derramado tiempo atrás, que hoy no le he dado yo permiso, vamos…que la inefable montaña rusa del día no me lo permite.
El sempiterno ir y venir cotidiano es tirano y mientras tanto, este atardecer de otoño parece nunca dejar morir al día, sino esforzarse en obligar a dar a luz a la noche que se avecina con su típica resiliencia inmarcesible,  capaz de encerrar en su débil luminiscencia  casi todos mis secretos, casi todos, porque las margaritas y las poesías las guardo entre las hojas de mi libro favorito ¡si supieses George que tus cartas a Alfred son los cofres de mis letras más absurdas, de mis insomnios diarios y mis sueños arrebolados, seguramente te reirías de tanta tinta derramada entre pétalos blancos, secos ya de tantas tardes adormecidas por la espera de algo que nunca llega!
Hoy en la soledad que extrañamente encuentro acogedora, ellas, las palabras son mi compañía y  con ellas asevero casi con certeza que lo lejano se encuentra cerca, lo intangible es perfectamente cierto y lo efímero a veces, es eterno.