jueves, 23 de octubre de 2008

Amor condenado


Tus manos claras, tu mirada llena,
tu sonrisa leve y tu alma incierta.

Tu boca roja, tu voz profunda,
tu llanto frío y tu pasión despierta.

Tu cuerpo herido, tu Dios mendigo,
tu pecho tibio y tu muerte eterna.



Déjame ser el puerto de tu barcaza
y la bahía clara de tus entrañas
Déjame ser la luz de tu ventana
y la esperanza cierta de tu mañana
Déjame encontrarte en tu desdicha
y ser yo misma la que te salva…





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